Historia del Centro Italano Venezolano
Cuando un profundo anhelo permite llegar lejos…
Tratar de explicar lo que sintieron los pioneros del Centro Italiano Venezolano al ver con sus propios ojos la realización de su sueño. A finales de los años ’50, aquella Venezuela joven y rebelde, llena de oportunidades para quienes venían de tierras lejanas con sus bolsillos y estómagos vacíos, pero con el corazón lleno de esperanzas, era el lugar ideal para sembrar la semilla de ese sueño que, a base de sudor y lágrimas, nacería y crecería hasta convertirse en lo que es hoy, muestra majestuosa del poder y compromiso de una comunidad pujante que vive y muere amando a su Madre Patria, Italia, y con la fe puesta en esta cálida Tierra.
A la par que esos pioneros llegaban, se establecían y organizaban como comunidad, nacían grandes, ambiciosas y hasta impensables ideas para la época, pero fundamentales para su futuro, nuestro presente.
Aquellos fundadores jamás se imaginaron que ese anhelo tan profundo que se gestó por años, y que vio luz por primera vez el 26 de marzo de 1964, llegaría a convertirse en lo que es en la actualidad, la institución más grande y representativa de la colectividad ítalo-venezolana en el país.
Fueron tiempos difíciles, pero las ganas de construir un lugar donde estar juntos y poder compartir vivencias y tradiciones comunes eran inmensas.
Corrían los primeros años de la década de los sesenta y las familias estaban creciendo, los hijos habían nacido y los fines de semana había que ingeniárselas para distraerse.
Así se empezó, con los planos trazados en un papel y una maqueta expuesta en la Zona Rental de Plaza Venezuela para convencer de las bondades de la iniciativa.
Con la ayuda de los promotores y la voluntad de todos, el proyecto fue avanzando. Se realizaron los primeros movimientos de tierra y se construyeron las primeras canchas y el primer edificio. Con la culminación de las canchas de fútbol, de tenis y de bochas todo fue más fácil, entonces, fue cuando la realidad sustituyó al sueño.
No fue sino hasta el terremoto del año ’67 que la gente se percató de la importancia de un centro de reunión de tal magnitud.
Hoy el CIV está consolidado y mantiene aún vigente su misión perfectamente enunciada en los estatutos y que se resume así: el Centro Italiano Venezolano persigue fines de esparcimiento, deportivos, culturales, asistenciales y filantrópicos, y a través de ellos, pretende crear un mayor y mejor entendimiento entre la colectividad italiana y venezolana.
La Asociación no tiene fines políticos ni especulativos. Puede formar parte de entidades civiles o Federaciones que reúnan miembros de Asociaciones cuyos objetivos sean similares a los suyos.
¿Cómo lo lograron contando con tan pocos recursos?
La respuesta a esta interrogante sólo la podemos encontrar en la voluntad de hombres y mujeres comprometidos con su futuro, con su destino; capaces de convertir lo imposible en posible por una razón fundamental: el amor a su familia y el deseo de compartir con sus conterráneos.
En la actualidad, el Centro Italiano Venezolano está conformado por 22 mil personas, comprometidas con la Institución, con el país y sus orígenes.
Somos una comunidad organizada, enérgica y dinámica que interactúa diariamente en unas instalaciones de avanzada, construidas sobre una superficie de 270 mil metros cuadrados, estratégicamente ubicados en una de las zonas más privilegiadas de Caracas.
Esta infraestructura luce apoteósica y funcional, ya que logra fusionar amplias áreas destinadas a las prácticas deportivas y culturales, con ambientes lujosos, acogedores y cálidos que invitan a ser disfrutados. Espacios que cuando los observamos, podemos decir con orgullo que bien valió la pena aquel gran esfuerzo.